viernes, 9 de diciembre de 2016

TENTACIÓN (II)

Historias superadas duermen en el olvido,
cubiertas de hojas secas de otoño fenecido.

Su beso de halo ardiente, sensación placentera,
sabe a arena cálida y mi lengua lacera;
es vino envenenado, con áspero aguijón
hurga el fondo del alma insistente espolón.
Sus labios me dejaron sabor a sal amarga,
pronunciada hendedura de una pesada carga.

Demonios inquietantes pinchan hondo en mi sueño;
me traen su memoria a pesar de mi empeño.
Creí tener franqueada la senda del olvido.
Cuanto más lejos fui, más su boca he sentido
de manos de recuerdos, duendes soñando amor
que vuelven a poblar la celda del dolor.

No. No quiero sentir sus entrañas calientes,
rojas pavesas de hoscos leños incandescentes,
que cegaban mis ojos hasta dejarlos huecos.
Quiero huir, desertar dolosos recovecos
que en otra hora brindaron eternos laberintos,
robaron mis sentidos hasta quedar extintos.

¿Por qué razón te muestras, oh, destino, tan cruel
que vuelves a poner en mis labios la miel,
y el volcán de sus besos en las noches de invierno
reaparece con furia como llamas de infierno?

No. No pueden vencerme sus ojos de misterio
negro, hechizar los míos con mágico sahumerio.
El frío amor por ella se encendió hasta quemarme
la fatídica noche en que dejó de amarme.

No. No deseo ir a llorar junto a ella
en su ardiente lucero. Que se aleje su estrella,
que la absorba el espacio, el paraje infinito
donde el llanto perece y queda yerto el grito.

© Antonio Macías Luna
Villa Alemana (Chile), 26 diciembre 2009


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