Encina muerta que
encumbras el horizonte,
tu tronco rosa
ceniza mana del monte,
acariciado por
auras suaves y huidizas.
Racimo de hojas
resecas y quebradizas
que se deshacen al
tacto de suaves dedos,
tú despejas mis
temores y absurdos miedos.
Cuántas veces te he
cantado con voz del alma,
con fragores de
tormenta y con la calma.
Árbol con gritos de
leña, mi rosa muerta,
entre las otras
encinas destacas yerta
con colores
desvaídos en bajo grana.
Reina del encinar,
eres mi soberana.
© Antonio Macías Luna
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