Exprime el limón dulce del cerebro
hasta que en río fluido se traduzca,
en hermoso y vibrante verso lírico.
Recuérdale cuán lóbrego es su hueco
en la frente del hombre.
Recuérdale que en luces interiores
su majestad supera a la del sol
y guía al ser humano en su andadura.
Subyuga y vence al laberinto gris
para que su ágil red de neuronas,
su masa renovada,
rinda el verbo fragante
que acelera el seísmo
de nuestro corazón.
© Antonio Macías Luna
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